Escribe Gonzalo Civila | Secretario General PS
Basta revisar las consecuencias económicas y sociales de la dictadura para identificar los intereses de clase que estuvieron detrás del golpe de Estado del 73. La clase trabajadora fue duramente golpeada por la profundización, a sangre y fuego, de un modelo importado, funcional a los intereses de una élite tan minoritaria como antinacional.
La composición de los gobiernos de facto, sus propagandistas y sus aliados externos e internos, también dan cuenta de la base de clase de la dictadura.
Por si todo esto fuera poco, la huelga general como respuesta masiva y democrática frente al golpe, es una demostración palmaria de donde estaban los y las que pusieron el cuerpo para enfrentar el terrorismo de Estado.
La democracia es como mínimo una realidad tridimensional: al decir de Don Emilio Frugoni afirmar la democracia es hacerlo en su dimensión política, en su dimensión económica y en su dimensión social. La ampliación de una va en general de la mano de la ampliación de las demás. Como contracara, la tendencia a la concentración del poder económico y social va habitualmente acompañada de la tendencia a la concentración del poder político, y viceversa.
A 50 años de un golpe burgués y antipopular, a 50 años de una huelga democrática y nacional, es imperioso imaginar la democracia del futuro y hacerlo desde la perspectiva de la clase trabajadora.
Las y los socialistas uruguayos proponemos un proyecto de cambio social para la vida digna, y creemos que sólo será posible con más participación y protagonismo de la sociedad, con más autogestión y democracia en todas las esferas de la vida colectiva.
Pero los sueños de libertad y justicia siempre enfrentarán la pulsión concentradora de quienes defienden sus privilegios y buscan justificarlos como naturales e inmutables.
A 50 años del golpe, afirmar y ampliar la democracia es una tarea esencial de las clases oprimidas de la sociedad.