Escribe José Luis Pittamiglio
El próximo 27 de Junio se cumplirán 50 años del inicio de la dictadura cívico militar que tuvo que padecer nuestro país durante 12 largos años. Desde el primer día, la resistencia de las fuerzas populares, los sindicatos, los gremios estudiantiles y algunos grupos políticos, fue valiente, sacrificada, arriesgada y -por momentos- heroica. No es necesario que hagamos una descripción detallada de las diferentes formas de resistencia a la barbarie militar que tuvo nuestro pueblo, porque son conocidas por todos nosotros. Digamos sí que miles de compatriotas fueron perseguidos, encarcelados, torturados, destituidos de sus puestos de trabajo, expulsados del país e incluso asesinados cobardemente. También hay 197 compatriotas desaparecidos, que aun tenemos que encontrar. En un momento se hizo popular una frase que decía que las uruguayas y los uruguayos que se oponían a la dictadura tenían tres posibilidades: el destierro, el encierro o el entierro.
En medio de esa persecución implacable que el Estado con toda su fuerza ejerció sobre cualquier oposición, hubo miles de socialistas, a lo largo y ancho de todo el país, que mantuvieron sus ideales intactos, que no se doblegaron ante la adversidad, que ayudaron a los perseguidos aún siendo perseguidos ellos mismos, que no le negaron nunca la mano a una compañera o a un compañero en dificultades. Socialistas que en los momentos más duros de la represión, mantuvieron la llama rebelde encendida, que nunca renunciaron a la lucha por la libertad, por recuperar la democracia y por defender la vida.
Los mismos socialistas que ocuparon cada espacio que se podía ocupar en lugares de oposición a la dictadura, ya fuera en comisiones barriales, en grupos parroquiales, en la campaña de convencimiento boca a boca del plebiscito constitucional de 1980, en la campaña por el voto en blanco en 1982, en el resurgimiento de los gremios estudiantiles o en la reorganización de la central sindical. Siempre hubo socialistas en primera línea y en segunda y en tercera. No hubo una sola movilización sin la participación de compañeros del PS, aportando ideas, extendiendo manos solidarias, sin reclamar nada, conscientes de que la tarea exigía unión y fraternidad.
Por eso ante la cercanía de la conmemoración de los 50 años del golpe, este Partido quiere recordar y homenajear a todos los compañeros y compañeras socialistas de Colonia y de todo el país, que nos dieron un ejemplo que nunca olvidaremos. Algunos siguen militando hoy como el primer día, otros ya no están con nosotros, pero nunca vamos a olvidarlos. Socialistas que sufrieron persecuciones de todo tipo y que nunca reclamaron nada, nunca pidieron un homenaje ni un reconocimiento ni que les colgaran una medalla. Compañeras y compañeros que jamás olvidaron que -para nosotros- socialismo es libertad. A ellos y ellas, conocidos y anónimos, que estuvieron en la primera línea de lucha cuando perdimos las libertades y que volverán a estarlo si es necesario; los que nunca soltaron la bandera. Los mismos compañeros y compañeras que en cada pueblo eran una referencia que todos los demás tenían en cuenta, porque no claudicaban ni rebajaban sus principios.
Queremos decir que a esos compañeros y compañeras que han dedicado su vida a construir socialismo, este Partido Socialista de Colonia hoy les quiere rendir un sentido homenaje desde lo más profundo de los corazones de todos y cada uno de nosotros. Porque estuvieron cuando los necesitamos y porque no dudaron ni una sola vez, que el lugar que les tocaba era el de la lucha popular y que la tarea que supieron cumplir fue la de enfrentar a esa pandilla de delincuentes armados que gobernó el país durante más de una década. Una vez más y para siempre, en silencio, sin reclamar honores ni homenajes ni reconocimientos, con perfil bajo y las convicciones en alto, nos volvieron a mostrar que los socialistas se siembran.