Reseña del libro: Quirici Franzi, G. (2023). Uruguay siglo XX: una historia colectiva en movimiento. De don Pepe Batlle a Tabaré Vázquez. EBO.
Escribe Jazmín Gallardo
El profesor Gabriel Quirici es egresado del Instituto de Profesores «Artigas». Lo remarco porque este, que es un libro con la potencialidad de resultar muy útil para preparar clases o cursos, está hecho por una persona dedicada a la docencia. Otro punto a destacar es que en el transcurso de su formación supo habitar el Ceipa. Más adelante, se propuso continuar su formación en Historia Económica e Historia Política y hoy dicta clases en la Udelar así como en institutos de formación docente. Como síntesis de muchos cursos de historia, destacando uno virtual realizado en el transcurso de la pandemia a través de la Fundación Vivian Trías, este año vio la luz su último libro: Uruguay siglo XX: una historia colectiva en movimiento. De don Pepe Batlle a Tabaré Vázquez.
Tras la lectura, se puede afirmar que se trata de una obra muy mediada por la experiencia en la enseñanza de la Historia. Desde el comienzo la escritura busca responder el «por qué» del libro, aludiendo a momentos cotidianos del aula que llevan al autor a pensar en construir un relato que logre sintetizar el proceso histórico reciente a través del cual se constituyó el presente y que explica en gran medida fenómenos más o menos lejanos, algunos quizá completamente desconocidos por el alumnado en secundaria, que abran la ventana al pasado de sus mayores. ¿Cómo se conformaron los partidos políticos tradicionales? ¿Qué hizo que Peñarol y Nacional se constituyeran como clásicos rivales? ¿Qué sucedió con la economía del Uruguay durante las guerras mundiales? ¿Y en las dictaduras? ¿Y durante los reformismos? Estas son algunas de las preguntas que se responden en este libro de lectura amena y gran cantidad de datos que nos invitan a desmantelar relatos y construir nuevos a partir de una bibliografía actualizada.
El primer capítulo, «La matriz del novecientos», presenta a grandes rasgos la apertura del siglo XX, ubicando allí la segunda fase del proceso de modernización en la que se transitaron cambios sociales y políticos. Aumentó la población así como el acceso a la educación pública. El Estado estaba más presente, tanto en el territorio como con las políticas de intervención económica. Se popularizaron nuevas formas de sociabilidad que tuvieron un rol fundamental en la constitución de nuestra identidad cultural, como el fútbol, el carnaval, la playa y el tango. Por estos años también se ponía en discusión una amplia agenda de derechos laborales y sociales, con sus correspondientes reacciones conservadoras. Se discutieron cambios en las jornadas laborales, la posibilidad del divorcio por la sola voluntad de la mujer, la «universalidad» de la democracia electoral masculina, la creación de empresas públicas y la definitiva secularización del Estado. Es en este período que se creó en el imaginario colectivo la idea de la «excepcionalidad uruguaya». Este pasado mítico que se conmemora como «época dorada», entre 1900 y 1930, se reconoce en parte vinculado a una nostalgia que se presenta más conservadora que el reformismo de su época. Bajo la cuestión de si fue aquella una sociedad dinámica o más bien amortiguadora de los cambios, el autor hace un recorrido por los movimientos sociales, los rebeldes rurales al mando de Aparicio Saravia, el movimiento obrero, los feminismos, el carnaval y el fútbol, compartiendo sus conclusiones hacia el final.
En el siguiente capítulo, el autor se detiene en la economía de este siglo XX que en sus inicios prometía ser un país desarrollado, aunque estas expectativas no lograron mantenerse. «Impulsos y frenos de la economía uruguaya» presenta un país fluctuante que vivió crisis, retrocesos y cambios en su estructura económica, así como momentos de desarrollo gracias al buen desempeño de las exportaciones primarias. En un país cuya economía se ve condicionada por la inserción en el mercado internacional, se destaca el rol que jugaron el Estado y el mercado interno como factores de crecimiento, en muchos casos superando la carencia de capital local y dinamizando la actividad productiva. Este aspecto aparece matizado con su contracara: la excesiva burocratización, el clientelismo y los aprietos generados a partir de la baja demografía. Este capítulo se guía por la cuestión de si la trayectoria económica del país en el siglo XX es la de un desarrollo frustrado o esa idea forma parte de la antes mencionada «nostalgia conservadora». De esta forma, se recorren las andanzas del desarrollo agroexportador, la reacción conservadora entre 1933 y 1942 con las medidas del presidente Gabriel Terra, pasando por un período de industrialización «incompleta» entre 1943 y 1958, la búsqueda de alternativas al estancamiento entre 1959 y 1967, el ajuste autoritario entre 1968 y 1984, para finalizar con la recuperación democrática y la gestión de la crisis del año 2002.
En el tercer capítulo, «Tiempos de cambio. Los reformismos», se reconoce el papel de las reformas institucionales, en el marco de un desarrollo económico basado en el capitalismo agrario, en el período conocido como «batllista» (1903-1915), a lo que se suma el impulso de un capitalismo industrial de mercado interno junto con una agenda de derechos para entonces avanzada en la posterior etapa «neobatllista» (1947-1958). Se resalta en ambos momentos el rol de los movimientos sociales, con los que el gobierno se mantuvo entre el diálogo y el conflicto constante. Además, aunque los programas de gobierno no predicaban ser revolucionarios e incluso buscaban explícitamente «evitar la lucha de clases», se instalaron cambios que alarmaron a los actores conservadores de la época. Las preguntas que guían este capítulo giran en torno a estos cambios: ¿en qué aspectos se logró un «avance»?, ¿cuál fue el camino recorrido? o ¿qué actores los impulsaron?, entre otras. Para responderlas, se exponen las bases del primer reformismo junto a un posible balance del período, los cimientos del segundo impulso junto a su caracterización, para concluir reflexionando sobre el lugar de los conceptos de «reforma» y «revolución» en dichos períodos.
El siguiente capítulo está dedicado a las derechas y se titula «Contragolpes, dictablandas y dictaduras». Traza un recorrido que pone en evidencia la diversidad de planteos que la derecha política ha tenido en el Uruguay del siglo XX. Las derechas defendieron la necesidad de un orden jerárquico por diferentes motivos ideológicos, oponiéndose a la intervención transformadora del Estado y llegando a justificar el autoritarismo como un retén del caos social. El autor utiliza el término de «sensibilidades políticas» para mostrar la transversalidad de los pensamientos conservadores en los diferentes partidos, organizaciones y sectores sociales. De esta forma, el racismo, el antisemitismo o la defensa del patriarcado forman parte de actitudes de derecha que están muy presentes en diferentes vertientes de la sociedad. Aquí se incorporan las recientes investigaciones sobre la temática en el Uruguay, siguiendo el rastro de un conjunto de organizaciones con capacidad de agencia que intentaron influir en la estructura política alertando contra las «amenazas» al statu quo. Algunas de las interrogantes a responder en este capítulo son: ¿qué sectores políticos y sociales pueden ser considerados de «derechas»?, ¿qué relación guardan con los partidos fundacionales? y ¿son las derechas sólo un reflejo de los intereses de las clases dominantes? Así es que comienza por inicios de siglo, con los diferentes intentos de crear partidos políticos, y culmina en 1980 con el planteo de un proyecto constitucional que buscaba institucionalizar las perspectivas de derecha sintetizadas bajo la dictadura militar (1973-1985).
El quinto capítulo, «Múltiples desde siempre», apunta a presentar un registro de las diversas formas de hacer política que han tenido las izquierdas en este período. Se recorren los movimientos sociales de inicios de siglo así como la fundación de los primeros «partidos de ideas» con el Partido Socialista y el Partido Comunista, siguiendo su evolución. También se incorpora al pensamiento de izquierdas el movimiento a favor de la expansión y el fortalecimiento de la educación pública, con el avance en los derechos sociales, así como las militancias antiimperialistas y americanistas, algunas de ellas presentes en los partidos tradicionales. El siglo es recorrido a partir de cuestionamientos acerca de cuáles fueron los inicios de las izquierdas, qué diferencias presentaban entre sí, qué tradiciones lograron constituirse y en qué grado esas tradiciones fueron marginales hasta la década de los sesentas. El texto aborda diferentes expresiones de la izquierda hasta los años cuarenta, las redefiniciones de los años cincuenta, las nuevas alianzas y coordinaciones de los años sesenta, la influencia del contexto internacional de la Guerra Fría, la convocatoria del Congreso del Pueblo y la creación de la CNT, el rol del semanario Marcha y la fundación del Partido Demócrata Cristiano, la creación del Frente Amplio, la aparición de la guerrilla del MLN y el papel de las izquierdas ante los golpes de estado y la restauración democrática.
En el último capítulo, «De olvidos y aprendizajes. Recuperación democrática, crisis y cambio (1985-2004)», se atienden dos puntos: cuánto del período democrático demuestra aprendizajes a partir de las experiencias del «desarrollo frustrado» y de la dictadura, así como la comparación de la sociedad del Novecientos con la del fin de siglo. Este período estuvo marcado por la resolución de la disyuntiva entre la restauración del Uruguay predictatorial o la construcción de un nuevo paradigma. Las izquierdas se preguntaron hasta qué punto debían continuar la tradición, causando tensiones entre la generación de los sesenta y la «generación del 83». El libro se cierra con la caracterización de este proceso de transición, la revitalización de los partidos políticos y las organizaciones sociales, la negociación hacia el final de la dictadura en 1984, el proceso hacia la ley de caducidad, el triunfo del Partido Colorado y sus políticas, el desempeño del Partido Nacional con el gobierno de Luis Alberto Lacalle de Herrera, la expansión del Frente Amplio y el gobierno de Jorge Batlle abriendo el siglo XXI. El autor concluye con la comparación de las sociedades de principios y finales del Novecientos, considerando algunos mitos y reflexiones cotidianas, exponiendo rupturas y continuidades que son palpables a día de hoy.
En mi tránsito como estudiante de profesorado de Historia, militante del Ceipa e integrante del grupo de jóvenes de la Fundación Vivian Trías, he logrado apreciar el valor de participar de espacios de formación histórica, teórica y política que contribuyan al aprendizaje y la enseñanza de la Historia, así como a la comprensión del mundo en el que vivimos. En este sentido, el libro reseñado aparece como una herramienta de formación en sí misma, que recupera la historia de un siglo con experiencias muy diversas en materia política y social, útil para entender procesos que se continúan en el presente en Uruguay. Considero además que este material puede ser de gran utilidad no sólo para el público uruguayo, sino también para el migrante, para quien siendo de otro país busque conocer el pasado del lugar en el que vive, de forma clara y accesible. De la mano con esto, para quienes migramos desde el interior a la capital, o quienes lean el libro desde otros puntos del país, es importante que puedan conocer esta historia que también es la suya, aunque muchas de las fuentes documentales y los sucesos estudiados por la historiografía hayan tenido lugar en Montevideo. Para finalizar, aporta a pensar a la Fundación Vivian Trías como un espacio fértil y autónomo de formación, debate plural y difusión de ideas, en los temas más diversos de la agenda nacional e internacional, donde el encuentro intergeneracional nos enriquece y nos invita a seguir aportando a la lucha.