Escribe Shanti Benvenuto | CS Paso de los Toros
Eje temático II: El fin de la pobreza
Finalizado el primer eje temático Fontevecchia le pregunta a ambos dirigentes si existe un supuesto fin de la pobreza, sobre esto Milei retoma la teoría liberal de producción y hace hincapié sobre la capacidad de que el mercado sea relativamente justo en plena competencia “…Cuando dividís el trabajo te especializas en algo y otro se especializa en otra cosa, ahí hacen intercambios, aun así lo podrías hacer en casos donde una persona sea estrictamente más productiva en todo respecto a otra…”, “…aun cuando fueras mejor que yo en todo, hay algunas cosas que vos sos más productivo relativamente, entonces te conviene dedicarte a eso y trasladar esa otra tarea a otros…”. Este sistema basado en la división del trabajo y la especialización habilita directamente a que algunos individuos se especialicen en áreas altamente pagas, lo que puede llevar a una mayor concentración de riqueza.
Siguiendo este argumento, se puede citar a Adam Smith quien sostiene que incluso cuando se acumula capital, esto beneficia al sistema de precios y, en última instancia, tiende a reducirlos. Smith argumentaba que cuando se reduce la cantidad de dinero en circulación en una economía, los niveles de precios tienden a disminuir, “…se achica la cantidad de dinero de la economía, el nivel de precios es más bajo, se beneficia entre toda la población y beneficia más a los que son más castigados por el impuesto inflacionario…”, sobre esto mismo también resalta que las clases trabajadoras quienes son las más perjudicadas por la inflación saldría beneficiada en caso de que el capital de las grandes empresas no esté en circulación produciendo o generando ganancias.
Desarrollando sobre este punto podemos resaltar tres discordancias que sufre la teoría liberal en la práctica. La primera se relaciona con la división del trabajo. En este contexto, es importante señalar que no se puede asumir que el mercado brinda oportunidades equitativas para todas las personas, independientemente de sus capacidades y habilidades. La realidad es que la división del trabajo a menudo conduce a una segmentación en la sociedad, donde algunas personas tienen acceso a empleos altamente especializados y bien remunerados, mientras que otras se ven relegadas a empleos menos calificados y peor remunerados.
La segunda es la acumulacion de capital y sus múltiples derivaciones en la economía social, desigualdad de ingresos y riqueza, otorgar más control a quienes lo poseen en el mercado y los recursos, influir en la creación y destrucción de empleo, y afectar el desarrollo de políticas
La tercera se refiere a la influencia del poder económico en el poder político y resalta que es poco probable que se alcance un fin de la pobreza a menos que sea conveniente para los empresarios. En sistemas donde el poder económico influye en gran medida en la política, es probable que las voces y los intereses de las clases trabajadoras sean subrepresentados.
En este eje temático, Milei profundiza en su teoría económica y no aborda directamente la posibilidad de erradicar la pobreza. En su argumentación, hace referencia a John Locke quien habla del derecho a la vida, a la libertad y a la propiedad.
Milei sostiene un argumento moral basado en una supuesta violencia estatal, “…nadie paga voluntariamente los impuestos, te los sacan a la fuerza, y cuando querés financiar algo, querés dar un derecho, alguien lo tiene que pagar…”, en esta declaración se tiende a simplificar por demás la naturaleza de los impuestos y la financiación pública.
Los ciudadanos contribuyen al sistema tributario como parte de su deber cívico para financiar servicios públicos esenciales, como educación, salud, seguridad y otros Derechos Humanos fundamentales.
Los impuestos, según el economista, representan una carga injusta. Esta idea se basa en la premisa de que el Estado ejerce una presión fiscal para financiar servicios que deberían ser financiados de forma individual. Sin embargo, en una sociedad democrática, los impuestos se recaudan con el propósito de financiar bienes públicos y servicios que benefician a toda la comunidad. Aunque los impuestos pueden parecer un gasto individual, en realidad representan una inversión colectiva en el bienestar común. El error de la afirmación radica en simplificar en exceso un proceso complejo y necesario para el funcionamiento de una sociedad.
“…Es interesante cuando Juan describe el proceso de cómo se repartió la tierra en la Argentina, se hizo desde el Estado, o sea la organización criminal que se financió con impuestos o lo que fuera, pero los financió de alguna manera y con eso hizo daño…”. Esta afirmación de Milei tiene dos aspectos altamente peyorativos. En primer lugar, se refiere a la «organización criminal», lo que sugiere que el Estado es visto como una entidad que opera de manera ilegítima o corrupta. Caracterizar al Estado de forma criminal es una visión negativa y carivaturezca del Estado, quien en última instancia tiene el rol de salvaguardar a la ciudadanía. La segunda cuestión es el tema de los impuestos, sobre el cual ya profundizamos anteriormente. Podemos matizar que, en el peor de los casos, los impuestos no se utilizan de manera eficiente.
“…Procusto en Grecia, de un tipo que tenía una obsesión con la igualdad, invitaba a la gente a su casa, los alcoholizaba y después los invitaba a dormir, él tenía una cama y si era más largo que la cama, le cortaba las piernas, le cortaba la cabeza, si era más ancho le cortaba los brazos, y si era más corto lo estiraba hasta matarlo…”. La comparación de Javier Milei entre el mito de Procusto y el papel del Estado de bienestar social es utilizada para exagerar el papel del Estado de forma negativa. En este caso, Milei utiliza la falacia del hombre de paja que consiste en distorsionar o exagerar la posición del oponente para hacerla más fácil de refutar. Según Milei, el Estado fuerza una igualdad extrema de una manera cruel y dañina, similar a cómo Procusto mutilaba a sus invitados, pero compararlo con la crueldad de Procusto es una exageración que no refleja con precisión los objetivos ni las prácticas de las políticas de Estado de bienestar.
“…El nivel de vida de muchísimos seres humanos excede infinitamente la calidad de vida que tenían los emperadores. Eso es gracias al capitalismo de libre empresa y al progreso tecnológico, pero eso se logra solamente con las instituciones de mercado…”. La afirmación parte de un argumento que relativiza la situación y simplifica en exceso la realidad al comparar dos contextos históricos diferentes en los cuales las clases sociales no eran iguales. En ese contexto histórico, las mejores condiciones de vida eran alcanzadas por los emperadores a costa del trabajo del pueblo. Además, la comparación entre el nivel de vida actual y el de los emperadores es defectuosa, ya que se basa en épocas, contextos y sistemas político-económicos completamente diferentes.
Siguiente a esto Fontevecchia afirma que en el mundo hay centenas de millones de personas que pasan hambre y Javier contesta a ello con la siguiente afirmación: “…Lo que tenés es una caída en los niveles de pobreza, como nunca se vio en la historia de la humanidad. Si te parás antes del año 1800, la condición natural del hombre era la pobreza, vivían pocos años, una vida miserable…”.
Una falacia utilizada frecuentemente en el debate por Milei es la de anacronismo, que ocurre cuando se aplica el conocimiento, las normas o las condiciones actuales a un período o contexto histórico anterior en el que esas ideas o condiciones no existían.
Tras la exposición de la parte liberal en el debate, es el turno de Juan Grabois para responder a las preguntas planteadas en el eje temático. “…Tener el nivel de vida de un hombre o una mujer de clase media norteamericana hoy para toda la humanidad sería imposible, siquiera recolectar los residuos de todo eso…”. La intervención, aunque posee un tono pesimista, aborda una realidad compleja: la dificultad de equiparar las condiciones de vida de países en desarrollo con naciones como Estados Unidos. A pesar de que este último país disfruta de un mayor desarrollo, también enfrenta fuertes desigualdades a su interna.
En respuesta a la afirmación anacrónica de Javier Milei, Grabois proporciona una explicación que distingue entre pobreza y desigualdad. Explica la diferencia entre ambos conceptos. “…La desigualdad creció casi tanto como se redujo la pobreza en términos absolutos, es decir, la pobreza en términos relativos no se resolvió. Se redujo la pobreza en términos absolutos, midiéndose en 1 dólar por día, 3 dólares por día, etc…”, la pobreza se centra en la falta de recursos básicos, mientra que la desigualdad se refiere a las diferencias injustas en la distribución de la riqueza y las oportunidades.
Ante lo dicho por Juan Grabois, Fontevecchia hace un aporte valioso sobre lo comentado, “…Es correcto que la cantidad de personas que sufren hambre es mucho menor, en proporción del total de la población mundial, que la que había en el siglo XVIII. Pero la desigualdad creció, pobre hoy es también aquel que no tiene acceso a determinados bienes que antes no tenía ni el emperador romano…”. Bajo la consideración anacrónica de un supuesto enriquecimiento de la clase media y un avance en términos socio-económicos nos paramos en comparar dos contextos y sociedades que no son en absoluto similares.
En respuesta a lo dicho por Milei sobre la imposibilidad de poder solucionar los problemas desde el Estado por su supuesta ineficiencia Grabois le contestó poniendo en consideración la importancia de órganos encargados de llevar adelante investigaciones referida al avance tecnológico y científico, “… en el desarrollo tecnológico, que no solamente fue producto de individuos, porque no podés decretar la teoría de la relatividad, pero sí podés decretar la creación de un órgano científico de investigación y desarrollo…”, a esto mismo Fontevecchia complementa con una breve intervención, “…Einstein no hubiera podido hacer la teoría de la relatividad si hubiera nacido en Burundi…”.
Sin demeritar el talento y dedicación del científico también es necesario decir que tuvo acceso a una educación de calidad y a un entorno académico en Europa, lo que le brindó una base sólida para sus investigaciones científicas.
Grabois comparte con el marxismo la idea de igualdad social, en la cual nuestras condiciones y capacidades no deben ser determinantes absolutos de nuestras ocupaciones o contribuciones en la sociedad, “… la igualdad se puede pensar en muchos sentidos, buscar un mundo socialmente equitativo no implica anular la diversidad humana. Podemos ser humanamente diversos y socialmente semejantes…”, independientemente de nuestras diferencias inherentes como individuos, la igualdad social busca garantizar que todos tengamos la oportunidad de desarrollar nuestros talentos y alcanzar las metas que nos planteemos sin vernos limitados por condiciones inherentes a nosotros o desventajas iniciales.
En respuesta al fin de la pobreza Grabois propone una visión histórica sobre los hechos sucedidos donde plantea varios ejes de discusión, “…las grandes guerras fueron por mercados, por lo menos las guerras imperialistas del siglo XX…”, en primera instancia plantea un problema capitalista actual que es el de las guerras en nombre de la “libertad” y los “mercados”, argumentos que históricamente han sido justificaciones para avanzar en agendas políticas o económicas donde los costos humanos y materiales a menudo superan los supuestos beneficios de la intervención.
Sumado a esto también podemos adicionarle el “Plan Cóndor” que con su pretexto de “libertad” desató dictaduras violentas para perseguir, secuestrar, torturar y asesinar a opositores políticos, disidentes y activistas de izquierda que se opusieron a la agenda política de los poderes económicos. las mismas que Milei defiende abiertamente como por ejemplo en su entrevista con Matías del Río para Vía Pública donde declara que “…cuando estaba Allende en el año 73 Chile era el segundo país más pobre de latinoamérica…”, dato que es totalmente falso, antes del golpe militar Chile estaba experimentando una serie de reformas económicas y sociales bajo el gobierno de Allende. Si bien hubo desafíos económicos durante ese período, Chile no era uno de los países más pobres de América Latina. Bajo el mando de Allende Chile había avanzado en áreas como la educación, la salud y la reducción de la pobreza antes del golpe militar que llevó al gobierno de Augusto Pinochet al poder.