Planteos sobre el artiguismo y el siglo XXI

Escribe Maximiliano Santos | Secretario de Movimientos Sociales JSU

Adaptación de disertación en actividad de la Coordinadora B del Frente Amplio el 12 de agosto de 2022 en la Huella de Seregni.

Preocupaciones

Hace un tiempo vengo pensando en como las acciones que desempeñamos en nuestras militancias en el Frente Amplio, muchas veces se vuelven conservadoras y de alguna manera esto nos impide proponer un Frente Amplio con proyección de futuro creíble para las mayorías sociales. 

Por otro lado, parte de la derecha se presenta antisistémica y cuestiona una cierta hegemonía progresista, alegando que este progresismo coarta la libertad de decir lo que se debería decir, instalando la idea de que la corrección política es una especie de dictadura de lo correcto. Es por eso que autores como Pablo Stefanoni[1] se pregunta en su libro si la rebeldía se volvió de derecha, y lamento decir que la derecha en el mundo está siendo más imaginaria que nosotros. 

En el libro “La reacción: derecha e incorrección política en Uruguay”(2019) diversos compañeros y compañeras se propusieron analizar lo que está pasando con los sectores opuestos a los intereses de las grandes mayorías pero que ante una retórica de establishment progresista y de dictadura de lo correcto, se ponen como violentados que no pueden decir lo que piensan mientras dicen lo que piensan y siguen profundizando la brecha de la desigualdad, conservando la hegemonía que este mundo capitalista y neoliberal nos tiene viviendo a la vez que capta mucha juventud que vivió los años progresistas

La construcción de la revolución artiguista como punto de partida del Frente Amplio

Hay ciertas cuestiones en nuestro presente para pensarnos de cara a la acción política y para ello me centraré en el artiguismo partiendo de un abordaje que realiza Jaime Yaffé[2] acerca del diálogo que estableció la izquierda con el artiguismo desde un análisis venido de la historia.

En ese sentido, el autor parte de la idea de que el pasado es “un recurso privilegiado para la acción política” y que eso, para militantes como nosotros y nosotras, no debe ser una novedad en tanto, que como señala Yaffé, “valida” y “dota de fundamentos históricos”, además de constituir parte de lo común para las colectividades políticas.

Allí el autor trae a Eric Hobsbawm que en su libro “La invención de la tradición” hace un rico abordaje acerca de los usos del pasado sobre todo para la constitución de identidades nacionales. En el caso de la izquierda Yaffé señala:

“…la invención de una tradición de la izquierda en tanto lectura y reconstrucción del pasado nacional que opera como fundamento legitimador de valores y comportamientos políticos actuales, refuerza el sentimiento de pertenencia a una colectividad política, y se expresa además en un conjunto de objetos materiales y ceremonias de carácter simbólico y ritual.[3]

Para el caso de Artigas, la construcción histórica llevó a la construcción de una “leyendas negra” que, ante la búsqueda de la afirmación del estado nacional y bajo la idea de que un hombre blanco, no podía ser ni de una banda ni de la otra de los partidos políticos. Ese tal Pepe “Artigas” encajaba perfectamente, y con alguna poda ensalzando sus dotes políticos y militares pasó a encarnar – tamizado por el batllismo – el dios de una religión civil.

Hacia los agitados años de la Revolución Cubana, los movimientos de liberación nacional y del tercer mundo, emergió una historiografía que encontró un Artigas no anclado en el bronce sino que “acentuó los atributos humanos del caudillo, sus preocupaciones sociales y económicas, su inclinación por los más “infelices” así como su sentido antioligárquico y antiimperialista (principios frenteamplistas). Es de destacar que las preguntas desarrolladas por estos historiadores partían de acercarse a documentos que no habían sido explorados como el Reglamento Provisorio para el fomento de la campaña y seguridad de sus hacendados en 1815. José Pedro Barán, Benjamín Nahun, Lucía Sala, Julio Rodriguez, Nelson de la Torre, serán algunos de esos nombres. 

Para 1971 el Frente Amplio, señala Yaffé, había emergido como una nueva fuerza que tomaba los avances historiográficos de ese nuevo Artigas y lograba un proceso de tradicionalización convirtiéndose en una nueva identidad política (frenteamplismo) que logrará, como todos sabemos, ganar el gobierno y alejarse del planteo reticente a lo tradicional que había caracterizado a las izquierdas, entre la contraposición de ideas y tradición (civilización y barbarie). Así pretende continuar un proyecto inconcluso revolucionario que las banderías políticas lo habían olvidado. A este proceso el autor, por el resultado, lo entiende como la constitución de una “leyenda roja”.

Esto, claramente, se fue acompañando de símbolos y discursos emanados de la propia experiencia de nuestra colectividad política posteriores a su aparición como son los años previos a la dictadura, la resistencia, las desapariciones y la cárcel, la lucha de los 90, Seregni, Tabaré…

Además se incorporaron más allá de Artigas en este uso del pasado, las tradiciones blancas y coloradas. Ramiro García rescata, en su tesis de grado, desde la propia militancia esta cuestión:

“nosotros me acuerdo que [en el comité] estudiábamos el reglamento provisorio, el discurso inaugural, mi autoridad emana de vosotros y eso, a Artigas lo estudiábamos muchísimo, y también estudiábamos a Batlle y Ordóñez y a Luis Alberto de Herrera, porque mirá que increíble, Luis Alberto de Herrera era un caudillo de una habilidad política impresionante, era conservador, era aristócrata, pero… […]se estaba por instalar unas bases norteamericanas acá, y él luchó contra eso, es lo que nosotros rescatábamos de él, de Herrera, y bueno, Batlle y Ordóñez era un liberal, era otra cosa, todas las leyes que sacó, o los proyectos de ley que presentó… No, no, nosotros la historia uruguaya la estudiamos mucho.”[4]

Lo que hizo el Frente Amplio – una nueva unidad del pueblo como la unidad del pueblo en armas del período revolucionario -, en su momento, fue generar una retórica que tomando un fundamento de lo común lo llenó con los nuevos sentidos que las propuestas historiográficas estaban diciendo: reforma agraria, “que los más infelices sean los más privilegiados”, “conductor y conducido”.

Entonces

Es así que a partir de las dos entradas que presenté, intente plantear un enfoque en el que nos llame a volver a algo de lo común como Artigas/artiguismo por fuera de lo un vaciamiento de lo simbólico, visibilizando contenidos nuevos de los cuales se pueden sentir parte sectores militantes por fuera del Frente Amplio, sobre todo jóvenes, reapropiándose del proyecto. 

Por el otro lado, potenciar el discurso con contenido revolucionario y/o transformador en tanto es necesario tensionar el mundo y ofrecer un sentido de futuro que si o si contará con un pasado que tradicionalice una izquierda que hoy cada vez más va perdiendo un universo simbólico nacional.

Elena Pareja, en su camino por la visibilización de otros sujetos en la historia señala que:

Las autoridades españolas hacen público su desagrado frente a las manifestaciones de las mujeres apoyando la revolución. En tal sentido se pronuncia la Orden de los realistas para tranquilizar la campaña (1812) a los Comisionados de San Ramón y de la Villa de San Juan Bautista (hoy Santa Lucía):

“Algunas personas de nuestras villas producen expresiones denigrantes contra el Gobierno, siendo el mayor número de estas algunas mujeres atrevidas, que fuera de las bondades de su sexo les parece que tienen alguna libertad particular para expresarse de cualquier modo.” (A.A., tomo XII).[5]

También podemos ver cómo la Revolución Oriental – según va emergiendo de las diferentes investigaciones – fue una articulación de revoluciones en donde navegó con procesos personales y colectivos de liberación o de autonomías de diversidades. 

Es por ello que hay mucho para trabajar en la reapropiación del proyecto artiguista desde una visión que logre discutir visiones cerradas sobre un Frente Amplio que ya no es y que debe poner en cuestión cómo construirse en relación con el pasado y con el futuro. 


[1] Pablo Estefanoni (2021) ¿La rebeldía se volvió de derecha? Cómo el progresismo y la anticorrección política están construyendo un nuevo sentido común (y por qué la izquierda debería tomarlos en serio). Buenos Aires, Argentina: Siglo XXI

[2] Jaime Yaffe (2001) La Izquierda uruguaya y el pasado revolucionario oriental ¿Una leyenda roja del artiguismo? Artículo recuperado del libro Nuevas miradas en torno al artiguismo. Montevideo, Uruguay: FHCE-UDELAR

[3] Idem. nota 2

[4] Ramiro García (2021) Los primeros frenteamplistas. Acerca del surgimiento de una nueva identidad política. Monografía final de grado, UDELAR. p.38

[5]Elena Pareja (s/f) Las mujeres de la Revolución Oriental.Recuperado de: file:///C:/Users/Ceibal/Downloads/Las_mujeres_de_la_revolucion_1811-1820.pdf