Escribe Santiago Acuña – CS Mercado Modelo
La mayoría de las trabajadoras y trabajadores del Uruguay llegan a fin de mes nerviosos porque no saben si sus ingresos alcanzan para pagar el alquiler, los medicamentos, la entrada al Estadio y el surtido semanal en la feria, ¡Ocho horas de trabajo por día y años de poner el despertador de madrugada para que la plata no sea suficiente para tener una vida digna! Por si fuera poco cada Reforma de la Seguridad Social que pasa nos aleja más del tan ansiado disfrute sin tener que trabajar. En este sentido, desde el Partido Socialista venimos insistiendo hace tiempo con que el marco normativo debe mejorar porque las trabajadoras y trabajadores merecemos una jubilación digna para poder dedicarnos a pasear, cuidar, estudiar o lo que queramos hacer en esa etapa de la vida. Creemos que el derecho a una vida digna se defiende no por una cuestión de interés coyuntural sino por valores intrínsecamente humanos que trascienden cualquier cálculo.
Sin embargo, la propuesta de Reforma Constitucional para mejorar la Seguridad Social que respaldan el PIT-CNT, FUCVAM y otras organizaciones sociales y políticas cae en época electoral y algunos entienden que puede generar ruido para un posible triunfo del Frente Amplio en 2024. Por ese motivo, y más allá de que creemos que apoyar esta iniciativa tiene que ver con principios fundamentales más que con un cambio de gobierno, aquí presentaremos algunos argumentos de por qué entendemos que este plebiscito le viene como anillo al dedo a la campaña electoral frenteamplista.
1- Es popular.
La mayoría de los uruguayos y uruguayas no están de acuerdo con el sistema jubilatorio vigente luego de la última reforma[1]. Es lógico, nuestros abuelos y abuelas se jubilaban a los 60 con 30 años de aportes y ahora nos obligan a trabajar como mínimo hasta los 65 años con 35 años de aportes por un monto más bajo. No es el Uruguay que queremos. Además, la base inicial de cantidad de personas que afirman que están dispuestas a firmar por la iniciativa de Reforma Constitucional es mayor que la de anteriores instancias de democracia directa: un 45% manifiesta que seguro o probablemente firmaría[2]. Es que el contenido de la papeleta que firmaremos es claro y concreto: que no nos obliguen a trabajar más allá de los 60 años con 30 de aportes, que las AFAP no se lleven parte de nuestro sueldo y que se eleven las jubilaciones mínimas. Nuestro pueblo sabe que, si se aprueba esta reforma, mejorará su vida.
2- Mueve la agenda pública hacia nuestra cancha.
Vemos con preocupación como Milei dice que está bien vender órganos y entonces salimos a las redes a defender que está mal vender órganos. Así, cuando queremos acordar, estamos discutiendo algo que obviamente ya está saldado por la humanidad hace muchos años. Del mismo modo, acá en Uruguay, el Partido Nacional plantea desmonopolizar ANCAP. La noticia rueda por los informativos y terminamos defendiendo que no privaticen las empresas públicas cuando en realidad deberíamos estar discutiendo cómo participan más en la economía para el desarrollo nacional. En otras palabras, constantemente nos llevan a jugar al ludo cuando nosotros somos mejores jugando a las damas. El plebiscito justamente es una propuesta de Reforma Constitucional y como tal mira hacia el futuro. Se discute a partir del planteo de un modelo distinto de sociedad ni más ni menos que a través de una nueva seguridad social que busca mejorar la vida a la mayoría de la ciudadanía. De esta forma, en un contexto donde parece que tuviéramos que defender lo ya conquistado todo el tiempo, avanzamos.
3- Se fomenta el debate de contenidos programáticos.
Las últimas campañas electorales en la región tuvieron como centro las acusaciones y discusiones personales: “aquel es corrupto”, “aquella no tiene personalidad”, “aquel otro es más duro” y “aquella se viste mal”. Es más, los formatos de los debates presidenciales televisados refuerzan las cualidades de los candidatos por encima de los proyectos colectivos que impulsan. Así, importa más la capacidad de meter una chicana que la idea que presenta el partido político. Esta forma de ver la contienda electoral no es neutral. Generalmente los ricos tienen dificultades para defender los proyectos políticos que van a perjudicar a la mayoría del electorado y apelan a estrategias que eviten el debate programático. En cambio, este plebiscito que impulsamos permite ordenar la discusión en torno a un tema ineludible, que le va a cambiar la cotidianeidad a trabajadores, jubilados y jubiladas y obliga a sus detractores a dar sus motivos de por qué quieren que vivamos peor.
4- Construye tejido popular para el cambio.
En el año 2021 el Frente Amplio realizó un Congreso de “balance, evaluación crítica, autocrítica y perspectivas”. No hay antecedentes de partidos políticos en el Mundo que, después de pasar por el gobierno, realicen un proceso de reflexión y aprendizaje colectivo de esta magnitud y de forma participativa. Una de las principales conclusiones de aquel Congreso fue que los gobiernos frenteamplistas se habían alejado de las organizaciones y movimientos sociales. En tal sentido, la campaña de recolección de firmas contra la Ley de Urgente Consideración fue la puesta en práctica de la lección aprendida. En las calles, militantes del Frente Amplio juntamos firmas codo a codo junto a la militancia del PIT-CNT, FUCVAM, Intersocial feminista entre otras organizaciones sociales. Nos acercamos más. Eso robusteció en general al campo popular que busca un cambio social pero también favoreció al Frente Amplio ya que los comités de base funcionaron como puerta de entrada para muchos compañeros y compañeras alejadas. Este plebiscito es una excelente oportunidad para masificar y tonificar la base militante necesaria para un cambio de gobierno a través de las urnas. Como nos enseña la tradición del Frente Amplio, la democracia participativa genera mayor legitimidad en las decisiones políticas porque involucra más gente y a su vez es la puesta en práctica de una pedagogía política que fomenta la organización popular.
5- Fortalece la propuesta de diálogo social.
Desde hace años, diversas organizaciones sociales y políticas venimos planteando la necesidad de un plebiscito para mejorar el sistema de seguridad social en favor de las mayorías. A su vez, luego de que el gobierno actual propusiera una reforma regresiva del sistema jubilatorio, el Frente Amplio respondió que, de ser gobierno, impulsará un gran diálogo social sobre el tema. Ambas iniciativas son necesarias y se complementan. Los tres pilares del plebiscito son grandes líneas orientadoras que marcan el rumbo de la seguridad social de una de las formas más participativas posibles: a través de la democracia directa. De ganar, se enmarcaría el sistema de leyes sobre el tema. En cambio, el escenario de mínima es el mismo que ya tenemos en este momento. En concreto, el diálogo social que impulsará el Frente Amplio va a buscar favorecer a las mayorías y si es acompañado de una constitución favorable, mejor. El diálogo por la Seguridad Social combinado con el plebiscito agranda los límites de lo posible.
Por todos estos motivos entendemos que lejos de ser un riesgo, el plebiscito por una mejor seguridad social es una oportunidad para quienes militamos para que haya un gobierno distinto a partir de 2025. En momentos de mucha incertidumbre y temor por el avance de la ultraderecha en la región, esta iniciativa de reforma constitucional nos lleva a retomar la delantera y, desde nuestras diferencias, nos invita a trabajar detrás de un objetivo común. Una vez más reafirmamos que la unidad se teje en la diversidad y desde la base así que será un placer volver a encontrarnos juntando firmas para que mejore nuestra vida, la de la mayoría de las uruguayas y uruguayos. Vale la pena jugársela por nuestras convicciones.
[1] https://equipos.com.uy/reformas-seguridad-educacion/
[2] https://www.cifra.com.uy/index.php/2023/09/19/las-firmas-para-el-plebiscito-de-la-reforma-de-la-seguridad-social/