Emergencia, cinismo y el desafío de construir alternativas

Escribe Jorge Fossatti | Brigada Marx Attack

En las últimas décadas, hemos presenciado una aceleración vertiginosa en la vida cotidiana, marcada por el dominio de la urgencia. La economía global en su fase contemporánea, obsesionada con que todo funcione al instante, ha desplazado a los movimientos superadores y ha llevado el concepto del ejército de reserva, y su práctica de la intimidación, a un nivel aún más agobiante. Este afán por la instantaneidad se fundamenta moralmente en la misma crisis que el sistema genera para consolidar su poder. Un ciclo vicioso de salvatajes y liberaciones económicas que perpetúa la supremacía del capital sobre cualquier otro valor humano.

Paulo Freire, en su lucha constante por la liberación y la educación, nos dejó palabras que resonaron profundamente sobre el cinismo capitalista: “Mi lucha contra el capitalismo se funda en su perversidad intrínseca, en su naturaleza antisolidaria. Ese discurso cínico pretende convencer que el mal es destino o suerte, en lugar de la crítica severa a un sistema que, todavía sin escasez, condena a gran parte de la humanidad al hambre y a la muerte. Las sucesivas revoluciones tecnológicas desnudaron al capitalismo. Lo obligaron a exponer su maldad, millones de personas muriendo de hambre, cara a cara con la riqueza”.

Este cinismo no sólo humilla con la desigualdad, sino que intenta imponer una hegemonía irrefutable, asegurando que las estructuras capitalistas son las únicas viables. Esta narrativa se ve fortalecida por la emergencia y la catástrofe, utilizadas astutamente como herramientas para incrementar la explotación, todo avance en la calidad de vida de quien solo dispone de su fuerza de trabajo tiembla ante cada ciclo. En el rostro de esta adversidad, la respuesta no puede ser más de lo mismo, sino un pensamiento más constructor, dispuesto a cambiar los cimientos y ofrecer realidades alternativas.

Necesitamos ser esa fuerza tranquilizadora, dispuesta a replantear las formas en que nos relacionamos y el tiempo que nos damos para reflexionar y transformarnos. En vez de perpetuar los sistemas que generan los problemas, debemos invertir tiempo y recursos en soluciones innovadoras y sustentables. La visión de Karl Marx, que argüía que el capitalismo destruye tanto a la humanidad como a la naturaleza, debe ser una llamada a la acción y no simplemente una denuncia.

Como socialistas entendemos que es posible disputar más poder y que el ejercicio democrático auténtico se visualiza y practica a diario. Reconocemos que la verdadera riqueza de una sociedad no se mide en capitales, sino en cómo se relaciona y cuida de sus miembros. Como uruguayas y uruguayos, tenemos la responsabilidad de ser pioneros en la construcción de un futuro donde las relaciones humanas, no mediatizadas por el capital, sean el verdadero motor del progreso.

Es esencial que aprendamos a descubrir la magia en el otro, reconociendo que cada persona es un universo repleto de experiencias, saberes y sentimientos. Cada uno de nosotros es excepcional, portador de historias únicas y lecciones vitales. No somos meras fichas en un juego corporativo; somos seres humanos enriquecidos por valores y dotados de la potencia de un abrazo, una charla profunda y un simple gesto de amabilidad. Las respuestas y soluciones se encuentran en nuestras calles, plazas y hogares, esperando ser descritas mediante el diálogo y la escucha atenta. Es crucial que nuestros colectivos promuevan y realcen las diversas identidades que nos conforman, reconociéndolas en nosotros mismos y creando espacios que las potencien. Esta es una invitación a adoptar dicho enfoque, a no dejarnos abrumar por el caos y la rapidez del mundo actual, y a responder con serenidad y deliberación, con un enfoque socialista en mente.