Escribe Mónica Xavier
En este 2024 el mundo sigue generando guerras, no obstante, en unos setenta países -masomenos la mitad de la población mundial- estaremos realizando ochenta instancias electorales. Siempre es preferible poder elegir, aunque no en todos los países las elecciones significan mejor democracia. Sin desconocer la importancia de algunas elecciones en otros continentes para la geopolítica mundial, las de nuestro continente sin duda las vivimos con mayor impacto.
La ultraderecha ha crecido en el mundo y en nuestra región. En Brasil en 2018 fue electo Jair Bolsonaro y aunque hoy el pueblo ha rectificado su rumbo y el país -con Lula- vuelve a la libertad y al desarrollo, nadie le devuelve a quienes cayeron en la pobreza los años de penuria mal vividos entre otras calamidades. Hoy es Argentina quien toma un camino similar con Milei y Villaroel. Lejos parece haber quedado aquel consenso a favor de la libertad y la democracia y en contra de las dictaduras del cono Sur que tanto dolor nos trajeron, cuando ahora surgen personajes -apoyados por el voto popular- que las reivindican abiertamente.
En El Salvador, Bukele vuelve a ser elegido -en una elección inconstitucional- arrasando también en el legislativo, dejando a la oposición reducida a un lugar testimonial. Casi un régimen de partido único. En los últimos dos años el país ha vivido en estado de excepción, el ejército está en las calles y las cárceles están llenas de delincuentes y de inocentes, son varios los derechos sociales suspendidos y el aparato del Estado está enteramente al servicio de reproducir su poder omnímodo.
Nos encontramos con derechas extremadamente reaccionarias pero no necesariamente conservadoras, a veces son hasta más disruptivas que las izquierdas.
Se trata de entender que estamos haciendo mal, porque nunca será mejor vivir sin libertad, ni en aras de la igualdad ni en aras de la seguridad. Pero bien vale recordar la frase acuñada por José Batlle y Ordónez “No es que el pueblo nunca se equivoque, sino que es el único que tiene el derecho de equivocarse.” Pero, las izquierdas deberiamos con nuestras propuestas y por sobre todo, con el cumplimiento de las mismas, tratar de evitar estas derivas autoritarias.
Nuestras sociedades muestran insatisfacción, sienten que las democracias no están dando respuesta a sus variadas demandas que van desde servicios públicos de calidad a vivir la vida seguros, pasando por un amplio abanico que representa la diversidad de intereses.
Se dice que vivimos en el continente más violento porque aquí están la mayor cantidad de ciudades que tienen los índices más altos de criminalidad y se considera que la mayor amenaza a la región es el crimen organizado (responsable del 50% de los homicidios en LAC). Lo que debemos tener presente es que hace muchos más años que tenemos otro triste récord: distribuir de la manera más desigual la riqueza. En esa herida de desigualdad asienta esa violencia. Mientras tanto, se destinan recursos extraordinarios para financiar fracasadas políticas de seguridad en base exclusivamente al incremento punitivo, quedando otras necesidades básicas postergadas.
Según CEPAL, la pobreza al final del 2022 bajó un 1.2% volviendo a los niveles pre pandemia (29% de la población). El escaso crecimiento del PBI en los años posteriores no permite prever nuevas mejoras en materia de pobreza.
La necesidad de desplegar un verdadero proyecto de desarrollo con inclusión y respeto del ambiente, así como, el riesgo de no dar una respuesta democrática al problema de la violencia, la delincuencia y el crimen organizado son algunos de nuestros desafíos más imperiosos y desde los que podremos abordar otros problemas. Tenemos que poder dialogar francamente con la sociedad para explicarle que, no es con menos democracia sino con más democracia que pretendemos solucionar los problemas en nuestra sociedad, camino en el que el involucramiento de la ciudadanía es fundamental.
En la conmemoración de los 53 años del nacimiento de nuestro Frente Amplio que servirá de lanzamiento del ciclo electoral es importante proponernos llevar adelante una campaña en que logremos transmitir el orgullo de nuestra historia y por sobre todo la esperanza y la alegría de conquistar un mejor futuro como el que proponen nuestras líneas programáticas. Las y los frenteamplistas tenemos 4 excelentes pre candidaturas. En esta etapa apoyaremos a la compañera Carolina con la aspiración de que con sus excelentes condiciones permita llegar a una mujer a la presidencia de la República por primera vez en la historia del Uruguay.
A todo esto, frente a un nuevo ciclo electoral seguimos sin reconocer el voto de nuestros compatriotas en el exterior, únicos en la región, otro triste privilegio.